Lo peor al incendiarse el teatro es que se queme el cartelito de Salida.
El mar sólo ve viajar: él no ha viajado nunca.
Somos lazarillos de nuestros sueños.
El sombrero que vuela parece que se ha escapado con todas las ideas del que corre detrás de él.
En el fondo de los espejos hay un fotógrafo agazapado.
¿Y si las hormigas fuesen ya los marcianos establecidos en la tierra?
Tenía tan mala memoria que se olvidó que tenía mala memoria y comenzó a recordarlo todo.
Se ve que el viento no sabe leer porque cuando pilla un libro en su camino pasa las hojas al revés.
Escribir con lápiz es marcar sólo la sombra de las palabras.
El agua no tiene memoria: por eso es tan limpia.
Los rosales son poetas que quisieron ser rosales.
La reja es el teléfono de más corto hilo para hablar de amor.
Escribir es que le dejen a uno llorar y reír a solas.
El hielo se ahoga en el agua.
Cuando la mujer pide ensalada de frutas para dos perfecciona el pecado original.
La ü con diéresis es como la letra malabarista del abecedario.
El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero.
En el billete de ida y vuelta tememos que nos perforen la vuelta en vez de la ida, obligándonos a volver al revés, comenzando por ir otra vez para poder volver de nuevo.
Las flores que no huelen son flores mudas.
Aburrirse es besar a la muerte.
El sueño es un depósito de objetos extraviados.
La Q es un gato que perdió la cabeza.
Hay que ser un poco idiota en la vida, pues si no se aprovechan los demás y lo son sólo ellos.
Era tan moral que perseguía las conjunciones copulativas.
Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte.
Lo peor de la ambición es que no sabe bien lo que quiere.
Nadie ha dicho que las cosas viven: las cosas sueñan.
El otro lado del río siempre estará triste de no estar de este lado. Esa pena es de lo más insubsanable del mundo y no se arregla ni con un puente.
En las grandes solemnidades llenas de personajes parece que hay algunos repetidos.
Aquel de los invitados que deja la copa de licor llena es el que más nos ha estafado.
Al mover el azúcar en el fondo de la taza se mueve la dulce sonrisa del café.
Lo más difícil de digerir en un banquete es la pata de la mesa que nos ha tocado en suerte.
Hay tanta gente alrededor de la jaula de los monos que parece que dan conferencias.
No se deben dejar las tijeras abiertas porque así podrán cortar el hilo del destino.
El que pide un vaso de agua en las visitas es un conferenciante fracasado.
Si os tiembla la cerilla al dar lumbre a una mujer, estáis perdidos.
En el vinagre está todo el mal humor del vino.
Lo más maravilloso de la espiga es lo bien hecha que tiene la trenza.
Lo más aristocrático que tiene la botella de champán es que no consiente que se la vuelva a poner el tapón.
La mariposa posándose en todas las flores es la mecanógrafa del jardín.
El caracol siempre está subiendo su propia escalera.
Tenía orejas ideales para sostener el lápiz, y por eso hubo que dedicarle al comercio.
En la noche helada cicatrizan todos los charcos.
El escritor quiere escribir su mentira y escribe su verdad.
Al sacapuntas no le interesa sacar punta al lápiz, sino hacer tirabuzones.
El musgo es el peluquín de las piedras.
Los bebés con chupete miran al fumador en pipa como a un compañero de cochecito.
En las cajas de lápices guardan sus sueños los niños.
Entre los carriles de la vía del tren crecen las flores suicidas.
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