-Rabiya, ¿Qué te pasa? ¿Qué has
perdido? ¿Te podemos ayudar? -le preguntaron.
La anciana con tono triste contestó – perdí mi
aguja de oro…
Al oírla, los jóvenes se pusieron a buscar, pero de
repente uno de los jóvenes dijo:
-Rabiya, el jardín es muy extenso
y por contra, la aguja es muy pequeña; además pronto anochecerá, ¿Puedes
decirnos más o menos por donde se te cayó y así poder centrarnos en esa zona?
La anciana levantó la mirada, señaló hacia su casa y le
contesto:
-Sí, tienes razón. La aguja se me
cayó allí, dentro de casa.
Esto enfadó al grupo de jóvenes:
-Rabiya, ¿te has vuelto loca? Si
la aguja se te cayó dentro de casa ¿Por qué andamos buscándola aquí afuera?
Entonces Rabiya sonrió y les dijo:
-Es que aquí afuera hay luz, cosa
que dentro de la casa no hay.
El joven que no entendía nada y pensaba que la anciana
definitivamente había perdido la cabeza dijo:
-Pero aún teniendo luz, si
estamos buscando donde no has perdido la aguja, ¿Cómo pretendes encontrarla?
¿No es mejor llevar una lámpara al interior de la casa y buscarla allí, donde
la has perdido?
La anciana volvió a sonreír y contestó:
-Sois tan inteligentes para
ciertas cosas…. ¿por qué no empleáis siempre esa inteligencia?
Y continuó diciendo:
-Sois tan inteligentes para las
cosas pequeñas, ¿cuándo vais a emplear esa inteligencia para vosotros mismos,
para vuestra vida interior? Miles de veces os he visto a todos vosotros
buscando desesperadamente afuera. Buscando aquello que se os ha perdido en
vuestro interior. ¿Por qué buscáis la felicidad alrededor vuestro? ¿Acaso la
habéis perdido allí, o realmente, la habéis perdido en vuestro interior?
No hay comentarios:
Publicar un comentario