Al acercarse, vio su rostro reflejado en esas aguas
calmadas.
-¡Vaya! el lago pertenece a otro
león – Pensó y aterrorizado, huyó sin llegar a beber.
La sed cada vez era mayor y él sabía que de no beber,
moriría. A la mañana siguiente, armado de valor, se acercó de nuevo a lago.
Igual que el día anterior, volvió a ver su rostro reflejado y de nuevo, presa
del pánico, retrocedió sin beber. Y así pasaron los días con el mismo
resultado.
Por fin, comprendió que moriría si no se enfrentaba a su
rival. Tomó finalmente la decisión de beber agua del lago pasara lo que pasara.
Se acercó con decisión al lago, nada le importaba ya. Metió la cabeza para
beber … y su rival, el temido león ¡desapareció!
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