*El que no escriba la historia universal como historia
criminal, se hace cómplice de ella.
*Mi escepticismo me salvaguarda de volverme un fanático, algo
contra lo que ninguna fe ha conseguido nunca proteger.
*La fe vive del creyente y no a la inversa, por mucho que al
creyente le guste creerlo así. De que eso sea así se encargan los pocos que
realmente viven de la fe: más, desde luego, de la fe de los otros que de la
propia, aunque esto sea algo en lo que justamente el creyente no cree.
*Es posible que algún día, desaparecido el Cristianismo, el
mundo siga siendo igualmente miserable. Eso no lo sabemos; lo que sí sabemos es
que, con él, necesariamente todo ha de continuar igual.
*Admiro muchas cosas entre el cielo y la tierra, mas no hay
nada que menos admire que el milagro de las religiones.
*El cristiano considera el cristianismo como lo que nunca
fue: como el mensaje de Jesús.
*Los cristianos robaron a los judíos el Antiguo Testamento y
lo usaron como arma contra ellos.
*Los crímenes pequeños son objeto de persecuciones por parte
de perros y policías. Los grandes son objeto de reverencia por parte de los
historiadores.
*Porque todas las religiones viven, en parte, del hecho que
algunos de sus creyentes son mejores que ellas.
*Mi madre solía decir que yo era un soñador obstinado. Me
hice mayor y tuve algunos sueños, entre ellos el sueño del progreso, de un
mundo mejor. Ahora casi sólo hay un progreso con el que sueño: que los
políticos y los curas no nos den miedo, sino risa.
*Y lo que más me habría gustado es, no luchar contra algo
(algo tan necesario como combatir el cristianismo) sino a favor de algo: la
liberación de los animales. Pues lo que les llevamos haciendo desde hace miles
de años, a unos seres tan sensibles como nosotros, que se alegran y sufren como
nosotros: permitirles que nazcan sólo para poder sacrificarlos y comerlos, eso
es el mayor crimen de la historia de la humanidad, algo horrendo.
*Pero ¿Qué diré de mi propia objetividad? ¿Acaso no soy
parcial también? ¿No hablo desde mis propios prejuicios? ¡Naturalmente! Como
cualquier hijo de vecino. Porque todos somos subjetivos, todos estamos
condicionados por múltiples influencias, individuales y sociales, por nuestro
origen, nuestra educación, nuestro ambiente social, nuestra época, las
experiencias de nuestra vida, los intereses que nos llevan a explorar estas o
aquellas áreas del conocimiento, por nuestra religión o irreligión; en fin, por
una multiplicidad de influjos variados y toda una red de vínculos
determinantes. Si todos estamos condicionados, lo mismo cabe decir del historiador.
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