Mira
a esos conciudadanos a quienes, desde la cuna, los sacerdotes enseñan a odiarse
por diferencias de opiniones, mira a los intérpretes del cielo dedicados en
todas partes a cegar, perturbar, despojar y esclavizar a los habitantes de la
Tierra. Mira cómo goza el clero en todos los países de consideración, riquezas
y poder en el seno de pueblos a los que engaña y devora. Mira a la impostura
altiva, segura de ser secundada por la credulidad de los pueblos, mostrando con
un dedo el cielo y amenazando con el otro a los soberanos, sublevando a los
súbditos, predicando la masacre y designando a sus víctimas. Mira cómo el poder
supremo obedece a su señal, dispuesto siempre a declarar la guerra para vengar
al clero y alimentar su furor.
Recorre los anales del mundo y hallarás que la historia de los dioses está escrita en todas partes con caracteres de sangre; que es la historia de las fechorías, las locuras y las crueldades del género humano. Verás a los judíos guiados por jefes sanguinarios degollar a pueblos enteros en nombre del celoso Jehová. Verás a los fenicios y cartagineses entregar a sus propios hijos como alimento a Moloch. Verás a los egipcios en guerra por sus gatos, cebollas y cocodrilos, a los que ha convertido en sus divinidades. Verás a los romanos, guiados por los oráculos de sus dioses, usurpar el imperio del mundo para hacer de él un cementerio. Verás a los musulmanes llevar en nombre de Alá la desolación y la muerte a Asia, África y Europa. Verás a los mejicanos que considera un santo deber la ofrenda de miles de corazones humanos humeantes a su Dios feroz. Finalmente, verás durante muchos siglos al Dios de los cristianos, del que se alaba la moral bondadosa y pacífica, servir continuamente de pretexto a guerras, revueltas, regicidios, persecuciones y los más oscuros atentados.
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