La causa primera de todo
sufrimiento es el “deseo”, pues éste hace que la persona siempre quiera poseer
cosas, en lugar de disfrutar lo que ya tiene sin estar pendiente de su posesión
ni de su pérdida. Pero las carencias son infinitas y su constante satisfacción
tampoco proporcionaría la felicidad permanente. Una sociedad en que las
necesidades sean deliberadamente multiplicadas, sólo logrará aumentar el número
de individuos infelices y frustrados. Una sociedad simple, sin grandes
diferencias de rangos, riqueza o conocimientos, es la más apropiada para gestar
un espíritu de calmo desapego y no aquella en que la gente se siente insegura,
menoscabada o inadecuada.
*De "Aportaciones del budismo a una nueva sociedad"
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