Hoy, la mente es mi universo.
En lo externo, acepto el
mundo tal cual es;
en lo interno, rompo los
límites que imponen los sentidos.
En público, no siento
aversión por la aldea o la corte;
en privado, no echo de menos
la compañía de los hombres.
Desde que comprendí esta
enseñanza,
doquiera dirijo mis pasos,
mi mente está en paz.
Y veo que no necesito de
flexiones ni estiramientos
para bienestar de mi cuerpo,
ni de los ríos ni de los
lagos para tranquilizar la mente.
Si siento inclinación por el
vino, algunas veces bebo.
Cuando estoy libre de
ocupaciones, velo, silencioso y tranquilo,
hasta muy tarde en la noche,
y al día siguiente duermo
profundamente
hasta que está alto el sol.
En otoño no me afligen las noches
largas;
en primavera no me lamento
por los días que pasan.
Enseñé a mi cuerpo a olvidar
si es joven o viejo,
y a mi corazón, a considerar
lo mismo la vida que la
muerte.
...Y a no ser por ti jamás lo
hubiese comprimido en palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario