Para afrontar la existencia humana y ser-en-el-mundo es necesario haber desarrollado la autenticidad y la integridad personal. La autenticidad supone la coherencia entre la experiencia interna y la expresión externa, entre las creencias y la conducta. Cuando los pensamientos, los sentimientos, las palabras y las acciones están en armonía, cuando no existe contradicción entre ellos, se genera una sensación de integridad y unidad interna que es esencial para el logro del bienestar existencial. Cuando, por el contrario, pensamos una cosa y decimos otra, sentimos de un modo y actuamos de otro diferente, en lugar de unidad se genera conflicto interno y experimentamos tensión, contradicción o enfermedad.
De “La curación global” - Frances Vaughan
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