Los sometemos por considerarlos inferiores, por creerlos incompletos con relación a nosotros. Y es ahí donde erramos gravemente, porque un animal no debe ser medido por el hombre.
En realidad, ellos se mueven en un mundo más antiguo y más complejo que el nuestro, dotados de eficaces sentidos que nosotros hemos perdido o que tal vez nunca obtuvimos, guiados por “voces” que nunca escucharemos.
Ellos no son hermanos, no son seres inferiores, no están subordinados; ellos son otras naciones, atrapadas como nosotros en las redes de la vida y del tiempo; ellos son nuestros compañeros de existencia y también prisioneros del esplendor y de los sinsabores de la tierra.
Extracto del libro "La casa más externa" de Henry Beston
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