-¿Qué es lo
que guardáis, hermano?
El pastor, siendo avisado, respondioles:
-Cabrones
guardo, señores.
Dijéronle:
-¿Y sabéis
silbar?
Diciendo que sí, importunáronle que silbase, por ver qué
silbo tenía. Ya que hubo silbado, dijo el uno dellos:
-¿Qué, ¿no
tenéis más recio silbo que ese?
Respondió:
-Sí,
señores, pero este abasta para los cabrones que me oyen.
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