Lo que vemos del mundo real no es el mundo real, sino un “modelo” del mundo real, regulado y ajustado por datos recogidos por nuestros sentidos (un modelo que está construído de tal forma que es útil para tratar con el mundo real y cuya naturaleza está gobernada por cómo va a “utilizarse”).
La naturaleza de ese modelo depende del tipo de animal que seamos; su realidad es cualquier cosa que su cerebro necesite para existir, en orden de poder ayudarle a su supervivencia.
Un animal que vuela, por ejemplo, necesita un tipo distinto de modelo de mundo de un animal que camina o nada; los depredadores lo precisan diferente del de sus presas...incluso aunque sus mundos necesariamente se superpongan. El “software” de un topo, por ejemplo, será capaz de construir modelos sobre el mundo que sean útiles para su uso subterráneo y el “software” de un mono debe ser capaz de simular una maraña tridimensional de ramas y lianas.
Del mismo modo, nosotros, vivimos en un mundo social. Nadamos en un mar de gente. Evolucionamos para adivinar el comportamiento de otros volviéndonos brillantes psicólogos intuitivos.
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