Después de un rato, el pájaro que estaba en la rama más alta
dijo:
-¡Oh, qué bonitas son estas hojas
tan verdes!
El pájaro que estaba debajo se lo tomó como una provocación
y le contestó de mala manera:
- Pero ¿estás ciego o qué? ¿No
ves que son blancas?
Y el de arriba, muy molesto, contestó:
-¡Tú si que estás ciego! ¡Son
verdes!
Y el otro, desde debajo, con el pico hacia arriba,
respondió:
-Te apuesto las plumas de la cola
a que son blancas. Tú no entiendes nada.
El pájaro de arriba notaba que se le encendía la sangre, y
sin pensárselo dos veces se precipitó sobre su adversario para darle una
lección.
El otro no se movió. Cuando estuvieron cerca el uno del
otro, con las plumas erizadas por la ira, tuvieron la ocurrencia de mirar los
dos hacia arriba, en la misma dirección, antes de empezar la pelea. El pájaro
que había venido de arriba se sorprendió:
-¡Oh, qué extraño! Fíjate que las
hojas son blancas!
E invitó a su amigo:
-Ven hasta arriba donde estaba yo
antes. Volaron hasta la rama más alta del sauce y esta vez dijeron los dos a la
vez:
-¡Fíjate que las hojas son
verdes!
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