De entre todos los pueblos que el Mullah Nasrudín visitó en
sus viajes, había uno que era especialmente famoso porque a sus habitantes se
les daban muy bien los números. Nasrudín encontró alojamiento en la casa de un
granjero. A la mañana siguiente, se dio cuenta de que el pueblo no tenía pozo.
Cada mañana, alguien de cada familia del pueblo cargaba uno o dos burros con
garrafas vacías y se iban a un riachuelo que estaba a una hora de camino, llenaban
las garrafas y las traían de vuelta al pueblo, lo que les llevaba otra hora
más.
-"¿No sería mejor si
tuvierais agua en el pueblo?", preguntó el Mullah al granjero de la casa
en la que se alojaba.
-"¡Por supuesto que sería
mucho mejor!", dijo el granjero. "El agua me cuesta cada día dos
horas de trabajo para un burro y un chico que lleva el burro. Eso hace al año
mil cuatrocientas sesenta horas, si cuentas tanto las horas del burro como las
del chico. Pero si el burro y el chico estuvieran trabajando en el campo todo
ese tiempo, yo podría, por ejemplo, plantar todo un campo de calabazas y
cosechar cuatrocientas cincuenta y siete calabazas más cada año, que al precio
actual alcanzarían para comprar vaca y media".
-"Veo que lo tienes todo
bien calculado", dijo Nasrudín admirado. "¿Por qué, entonces, no
construyes un canal para traer el agua al río?"
-"¡Eso no es bien
simple!", dijo el granjero. "En el camino hay una colina que
deberíamos atravesar. Si pusiera a mi burro y a mi chico a construir un canal
en vez de enviarlos por el agua, les llevaría quinientos años si trabajasen dos
horas al día. Sólo me quedan otros treinta años más de vida, meses más, meses
menos, u otros 6 y 3/4 si dejo el tabaco. Así que me es más barato enviarles
por el agua."
-"Sí, pero, ¿es que serías
tú el único responsable de construir un canal? Sois muchas familias en el
pueblo."
-"Claro que sí", dijo
el granjero. "Hay cien familias en el pueblo. Si cada familia enviase cada
día dos horas un burro y un chico, el canal estaría hecho en cinco años. Y si
trabajasen diez horas al día, estaría acabado un año".
-"Entonces, ¿por qué no se
lo comentas a tus vecinos y les sugieres que todos juntos construyáis el
canal?"
-"Pues... - prendiendo otro
cigarro - ... Mira, si yo tengo que hablar de cosas importantes con un vecino,
tengo que invitarle a mi casa, ofrecerle té y azúcar, hablar con él del tiempo
y de la nueva cosecha, luego de su familia, sus hijos, sus hijas, sus nietos.
Después le tengo que dar de comer y después otro té con galletas y él tiene que
preguntarme entonces sobre mi granja y sobre mi familia para finalmente llegar
con tranquilidad al tema y tratarlo con cautela. Eso lleva un día entero. Como
somos cien familias en el pueblo, tendría que hablar con noventa y nueve
cabezas de familia. Estarás de acuerdo conmigo que yo no puedo estar noventa y
nueve días seguidos discutiendo con los vecinos. Mi granja se vendría abajo. Lo
máximo que podría hacer sería invitar a un vecino a mi casa por semana. Como un
año tiene cincuenta y dos semanas, eso significa que me llevaría casi dos años
hablar con mis vecinos. Conociendo a mis vecinos como les conozco, te aseguro
que todos estarían de acuerdo con hacer llegar el agua al pueblo, porque todos
ellos son buenos con los números. Y como les conozco, te aseguro, cada uno
prometería participar si los otros participasen también. Entonces, después de
dos años, tendría que volver a empezar otra vez desde el principio,
invitándoles de nuevo a mi casa y diciéndoles que todos están dispuestos a
participar".
-"Vale", dijo Nasrudín,
"pero entonces en cuatro años estaríais preparados para comenzar el
trabajo. ¡Y al año siguiente, el canal estaría construido!"
-"Hay otro problema",
dijo el granjero. "Estarás de acuerdo conmigo que una vez que el canal
esté construido, cualquiera podrá servirse del agua, tanto si ha o no
contribuido con su parte de trabajo correspondiente."
-"Lo entiendo", dijo el
Mullah. "Incluso si quisierais, no podríais vigilar todo el canal."
-"Pues no", dijo el
granjero. "Cualquier avispado que se hubiera librado de trabajar, se
beneficiaría de la misma manera que los demás y sin costo alguno".
-"Tengo que admitir que
tienes razón", dijo Nasrudín.
-"Así que como a cada uno de
nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escabullirnos. Un día el
burro no tendrá fuerzas, otro día el chico de alguien tendrá tos, otro la mujer
de alguien estará enferma, y el niño y el burro tendrán que ir a buscar al
médico...Como a nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escurrir el
bulto. Y como cada uno de nosotros sabe que los demás no harán lo que deben,
ninguno mandará a su burro o a su chico a trabajar. Así que la construcción del
canal ni siquiera se empezará..."
-"Tengo que reconocer que
tus razones suenan muy convincentes", dijo Nasrudín que se quedó pensativo
por un momento; pero de repente exclamó:
-"Conozco un pueblo al otro
lado de la montaña que tenía el mismo problema que vosotros tenéis. Pero ellos
tienen un canal desde hace ya veinte años."
-"Efectivamente", dijo
el granjero, "pero a ellos no se les dan bien los números... "
No hay comentarios:
Publicar un comentario