Somos así. Soñamos el vuelo, pero tememos a las alturas.
Para volar es necesario amar el vacio. Porque el vuelo solo ocurre si existe el
vacío. El vacío es el espacio de la libertad, la ausencia de las certezas. Los
hombres quieren volar, pero temen al vacío. No pueden vivir sin certezas. Por
eso cambian el vuelo por jaulas. Las jaulas son el lugar donde las certezas
viven.
Es un engaño pensar que los hombres serían libres si
pudieran, que ellos no son libres porque un extraño los enjauló, que si las
puertas de la jaula estuvieran abiertas volarían. La verdad es lo opuesto. Los
hombres prefieren las jaulas al vuelo. Son ellos mismos que construyen jaulas
donde pasarán toda su vida.
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