La ñ (eñe) es la vigésimo
quinta letra que más palabras encabeza en el diccionario: 80, el 0’09%.
Es la
letra patriótica, la aportación española al alfabeto latino.
El
sonido de la ñ no existía en latín, pero la
evolución de grupos tales como gn, nn, ni o nh dio lugar a él durante la Edad Media entre las
lenguas románicas.
El
italiano y el francés se quedaron con gn, el
gallego-portugués con el nh y el catalán
con el ny. El castellano prefirió nn, que se abrevió por medio de una n con una raya encima y que acabó convirtiéndose
en una única letra en forma de n con tilde
ondulada (ñ) y un sonido nasal muy peculiar, que se pronuncia
juntando la lengua con el paladar de tal manera que impida la espiración por la
boca, y separándola rápidamente para que el aire salga por la boca y las fosas
nasales
Ejemplos: PITINNUS >
pequeño; DOMINUS > DOMNUS > donno > doño; SCAMNUM > scanno > escanno >
escaño; TAM MAGNUS “tan grande” > tan manno > tamaño.
Pero
también han pasado al español palabras con ñ cuyo origen
está en otros grupos latinos, como puño
(PUGNUS), aunque no ocurre lo mismo con sus derivados cultos: pugnar, impugnar; y como señor (SENIOR “más viejo”).
Del
alfabeto castellano la ñ pasó a otros
idiomas en los que existía una consonante nasal palatal en su sistema
fonológico, como el euskera y el gallego en la Península Ibérica, el guaraní,
el quechua, el aymara, el araucano, el mapuche y el zapoteco en América, el
tagalo en Filipinas y el chamorro en las Islas Marianas. Y del mismo modo que
el español incorporó la letra germánica w, más modernamente
el inglés ha aceptado la ñ para poder
escribir con exactitud, sin falsearlos, los préstamos hispánicos con esta letra
que le han ido llegando, como cañada, cañón, jalapeño, niño,
piñata, vicuña…
Existen
dos palabras que tienen dos eñes y que además empiezan por una: ñiquiñaque y ñoño.
Del
árabe hispánico alkúnya tomó el español
su alcuña ‘ascendencia, linaje, especialmente el
noble’ (ny > ñ), que derivó poco después en alcurnia. El Diccionario de Autoridades encabeza su
artículo con alcuña y dice que alcurnia «es
voz baxa», pero en la actualidad aquella ha quedado como sinónimo en desuso
de esta.
El
latín CALUMNĬA pasó al español primitivo y popular como caloña y, algo más tardíamente y de forma culta,
como calumnia, que ha sido la que ha terminado por
imponerse, arrumbando a caloña como un
vocablo anticuado, aún en el diccionario académico. Algo similar sucedió
con ingenio: INGENĬUM > engeño > engenio > ingenio.
De
origen incierto, quizá prerromano, hay constancia documental en el español del
s. XIV de la palabra leganya, que derivó
pronto (ny > ñ) en lagaña y
después en legaña. El Diccionario de Autoridades(s. XVIII) prefiere
todavía lagaña y en el actual diccionario académico figura
como sinónimo de legaña, que «es la forma preferida
hoy en el habla culta de casi todo el ámbito hispánico, aunque en algunos
países de América convive en el nivel culto con la variante lagaña o, como en Costa Rica, es esta la
única forma usada», aclara el Diccionario panhispánico de
Dudas.
Como
vimos en el apartado de la letra i, compañía es un derivado de compaña, de donde procede también compañero. Pero en la Edad Media el vocablo que más se
empleó fue compaño y, con menos
frecuencia, compañón, que más tardíamente solo
se aplicó a los testículos, llamados así como eufemismo (forma suave de decir
algo) por ser inseparables. La evolución de compañero fue
la siguiente: companiero > compannero > compañero.
La
etimología de nube y de nublar es muy clara: latín NUBES, NUBILĀRE.
Pero como del latín INNUBILĀRE llegó también al español antiguo el vocablo
(nn > ñ) añublar, durante
mucho tiempo derivados de este (ñublo, ñublar, ñublado),
ahora en desuso, han coexistido con derivados de aquel (nublo, nublado). Lo mismo ocurrió con nudo (NUDUS) y ñudo (derivado
de añudar, que a su vez procedía del latín INNODĀRE, con
evolución nn > ñ), y sus
derivados: nudoso, nudillo y ñudo, ñudoso, ñudillo).
*Extraído de la página: http://www.curiosidario.es/historia-de-las-letras-2/
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