Sentarse para la meditación es
toda una ciencia y un arte cuyo objetivo es permanecer inmóvil y derecho, con
la espina dorsal recta, de manera que nuestro cuerpo descanse relajado pero
firme y alerta.
Cuando
alguien comienza a sentarse a meditar, al principio se encuentra con todo tipo
de incomodidades físicas que producen distracción. A eso se añade el hecho de
que la mente parece incapaz de permanecer concentrada en una sola cosa. Cuando
nos quedamos quietos y vigilantes, la mente tiende a reaccionar, tratando al
máximo de volver a conquistar una posición predominante y de control, entonces
el practicante ha de limitarse a seguir quieto y a observarla con
desapego.
La
mayoría de los occidentales, al principio, encontramos difícil sentarnos con
las piernas cruzadas, y en las clases de meditación para principiantes rara vez
se trata el tema de la postura con detenimiento. Esto hace que se desarrollen
ciertos malos hábitos que luego costarán corregir y que nos van a incapacitar para
proseguir con éxito los siguientes pasos de relajación de la mente,
concentración, etc.
Cuando
nos sentemos a meditar, debemos aprender, como punto inicial, a dirigir la
atención al cuerpo físico, hacia la asana, ésta es la primera base necesaria y
el punto de partida para la práctica de la meditación. No es posible meditar
sólo con la mente. El cuerpo y la mente conforman una sola unidad. La toma de
conciencia de nuestro cuerpo nos ayuda a desarrollar una buena postura física,
ésta, a su vez, nos ayuda a que entremos en el mundo de la meditación.
La postura de meditación
ideal
La postura ideal de meditación es
la del loto completo, aunque también hay diferentes variaciones que son casi
igual de adecuadas. Entre ellas, sin duda, habrá una posición que para empezar
nos resulte más cómoda, pudiendo mejorarla posteriormente de una manera
gradual.
Técnica para el ajuste de la postura
Escoger un banquillo o cojín y colocar las piernas, lo mejor
posible, en la posición elegida.
La pelvis deberá ajustarse de tal
modo que el ángulo que forme sea más o menos recto, sin llevarlo demasiado
hacia atrás o hacia delante. La posición correcta de la pelvis pone a estos
huesos en un máximo contacto con el cojín.
El mantenernos conscientes en
estos huesos nos permite elevar la columna vertebral ligeramente para así
enderezarla, evitando la rigidez. Si hacemos una respiración profunda uno o dos
veces, nuestro pecho al igual que la caja torácica se abrirá. Los brazos y
hombros deberán relajarse, acomodando las manos sobre el regazo, de tal forma
que no ejerzan presión alguna en la posición relajada de los hombros y brazos.
Podemos colocar una mano sobre la otra o en cualquier otra posición
adecuada.
Para ajustar la posición de la
cabeza deberemos damos cuenta de que el cuello es una extensión de la columna.
Si es necesario podemos mover la cabeza hacia atrás y hacia delante hasta que
se sienta equilibrada. Deberemos sentir el punto en donde el cráneo encuentra
equilibrio con la columna vertebral, moviéndolo un poco hacia delante, de tal
manera que la mirada se encuentre dirigida hacia el suelo cerca de nuestro
asiento, tratando de relajar la cara, el mentón, la lengua y la garganta.
Finalmente tendremos que revisar
cómo nos encontramos en esta postura, especialmente la alineación del tronco.
Es necesario comprobar que no existan faltas básicas como encorvamiento o
arqueo de la espalda, y que se haga cualquier ajuste que sea necesario.
Sentarse derecho no significa poner la espalda completamente derecha o tensa
como el palo de una escoba sino que debe estar bien erguida manteniendo la
curvatura natural de la espalda.
Sentirse bien en la postura no
implica que la asana esté bien. La postura conlleva un equilibrio y simetría de
todo el cuerpo. Con frecuencia lo que se siente correcto es tan sólo lo que
estamos acostumbrados a sentir. Entonces, si alguien nos pone en una postura
mejor nos suele resultar poco familiar e incomoda. Esto hará que queramos
regresar a la postura familiar, aunque sea incorrecta y hasta dañina.
Dolor
Por otro lado, si existe dolor, es signo seguro de que la
postura es incorrecta.
Es obvio que habrán incomodidades pasajeras, sensaciones de
malestar, picores, quejas y dolores que serán mejor ignorar pues si no nunca
terminarán, y si no decidimos aguantar y llevar nuestra atención a otra parte
nunca llegaremos a asentarnos. Estas molestias están conectadas frecuentemente
con cierta agitación interna, así como con una mente desasosegada que se
incomoda y se obsesiona con molestias menores. Si nos identificamos con dicha
agitación no podremos ni siquiera relajarnos.
*Extraído de la página; http://conocimientoygnosis.blogspot.com.es/2011/10/asanas-posturas-sagradas.html
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