...Lo que
es realmente valioso en el espectáculo de la vida humana no es, en mi opinión,
el estado político, sino el individuo sensible y creador, la personalidad; sólo
eso crea lo noble y lo sublime, mientras que el rebaño en cuanto tal, se
mantiene torpe en el pensamiento y torpe en el sentimiento.
Este tema
me lleva al peor producto de la vida de rebaño, al sistema militar, el cual
detesto. Que un hombre pueda disfrutar desfilando a los compases de una banda
es suficiente para que me resulte despreciable. Le habrán dado su gran cerebro
sólo por error; le habría bastado con médula espinal desprotegida. Esta plaga
de la civilización debería abolirse lo más rápidamente posible. Ese culto al
héroe, esa violencia insensata y todo ese repugnante absurdo que se conoce con
el nombre de patriotismo. ¡Con qué pasión los odio! ¡Qué vil y despreciable me
parece la guerra! Preferiría que me descuartizasen antes de tomar parte en actividad
tan abominable. Tengo tan alta opinión del género humano que creo que este
espantajo habría desaparecido hace mucho si los intereses políticos y
comerciales, que actúan a través de los centros de enseñanza y de la prensa, no
corrompiesen sistemáticamente el sentido común de las gentes.
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