Al pensar en el pasado podemos experimentar sentimientos de
arrepentimiento o de vergüenza, y al pensar en el futuro, sentimientos de deseo
o de miedo. Pero todos esos sentimientos surgen en el momento presente y lo
afectan.
La mayor parte del tiempo el efecto que causan no nos ayuda
ni a ser felices ni a sentirnos satisfechos. Hemos de aprender a afrontar esos
sentimientos. Lo más importante que hemos de recordar es que el pasado y el
futuro se encuentran en el presente, y, si nos ocupamos del momento presente,
podremos también transformar el pasado y el futuro.
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