martes, 4 de diciembre de 2012

Reflexiones e Ideas - Elogio de la ociosidad - Bertrand Russell


Supongamos que, en un momento determinado, cierto número de obreros trabaja en una fábrica de alfileres. Trabajando -digamos- ocho horas al día hacen tantos alfileres como el mundo necesita. Alguien inventa un ingenio con el cual el mismo número de personas puede hacer dos veces el número de alfileres que hacía antes. Pero el mundo no necesita duplicar ese número de alfileres. En un mundo sensato, todos los implicados en la fabricación de alfileres pasarían a trabajar cuatro horas en lugar de ocho, y todo lo demás continuaría como antes. Pero en el mundo real, la situación es muy distinta. Los hombres aún trabajan ocho horas; hay demasiados alfileres; algunos patronos quiebran, y la mitad de los hombres anteriormente empleados en la fabricación de alfileres son despedidos y quedan sin trabajo. Al final, hay tanto tiempo libre como en el otro plan, pero la mitad de los hombres estarían absolutamente ociosos, mientras la otra mitad es sobrecargada de trabajo. De este modo, queda asegurado que el inevitable tiempo libre produzca miseria por todas partes, en lugar de ser una fuente de felicidad universal. ¿Puede imaginarse algo más estúpido?... En un mundo donde nadie sea obligado a trabajar más de cuatro horas al día, toda persona con curiosidad científica podrá satisfacerla, y todo pintor podrá pintar sin morirse de hambre, no importa lo maravillosos que puedan ser sus cuadros, los médicos o los maestros tendrán tiempo para aprender acerca de los progresos….y sobre todo habrá felicidad y alegría de vivir, en lugar de nervios gastados, cansancio y dispepsia...

No hay comentarios: