*Cuando recordamos otros movimientos de liberación nos gusta
pensar que, de haber estado allí, hubiéramos sido abolicionistas o sufragistas,
o al menos, no habríamos cooperado con la opresión, ni nos habríamos
desentendido del tema. No llegamos a tiempo. Ahora tenemos otra oportunidad, la
de la revolución menos sangrienta de la historia. Y no se nos pide que
arriesguemos la vida, ni siquiera la cárcel: simplemente, que elijamos otro
plato del menú.
*El racista viola el principio de igualdad al dar un peso
mayor a los intereses de los miembros de su propia raza, cuando hay un
enfrentamiento entre sus intereses y los de otra raza. El sexista viola el
mismo principio al favorecer los intereses de su propio sexo. De un modo
similar, el especista permite que los intereses de su propia especie predominen
sobre los intereses de los miembros de otras especies. El modelo es idéntico en
los tres casos.
*El principio ético sobre el que descansa la igualdad humana
nos exige extender la igual consideración también a los animales.
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