...La araña “danza” su red sin saber nada de la existencia
de moscas que quedarán atrapadas en ella. La mosca, danzando despreocupadamente
en un rayo de sol, se enreda sin saber lo que le espera. Mas a través de ambas
danzas “Ello”, y lo interior y lo exterior son uno en esa danza. De la misma
manera, el arquero da en el blanco sin apuntar exteriormente.
...Un pintor a la tinta china se sienta frente a sus
alumnos. Examina los pinceles y los prepara pausadamente. Deslíe la tinta con
esmero y endereza la larga tira de papel, extendida delante de sí sobre la
estera. Finalmente, después de haber permanecido un largo rato en profunda
concentración, durante el cual parece como envuelto en una atmósfera de
intangibilidad, crea con trazos rápidos e infalibles una imagen que, no
admitiendo ni necesitando corrección alguna, sirve de modelo a los discípulos.
...Quien es capaz de tirar con el cuerno de la liebre y el
pelo de la tortuga, o sea de dar en el centro sin arco (cuerno) ni flecha
(pelo), sólo aquél es maestro en el sentido más elevado de la palabra, maestro
del arte sin artificio. Más aún: él mismo es el arte sin artificio y por ende
maestro y no-maestro en uno. Al dar esta vuelta, el tiro de arco, como
movimiento inmóvil, como danza sin danza, se convierte en Zen.
...Lo que vale con respecto al tiro de arco y la esgrima es
aplicable, en el mismo sentido, a todas las demás artes. Así, a modo de
ejemplo, la maestría del pintor a la tinta china se revela precisamente en que
la mano, dueña incondicional de la técnica, ejecuta y visualiza la idea que
simultáneamente está creando el espíritu, sin que medie el grosor de un pelo.
La pintura se convierte en escritura automática, y también en este caso, la
instrucción para el pintor podría ser la siguiente: observa durante diez años
el bambú, conviértete en bambú, luego olvídate de todo y pinta.
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