sábado, 11 de enero de 2014

Reflexiones e Ideas - Introducción al Zen en el arte del tiro con arco - Daisetz T. Suzuki

La diferencia característica entre el Zen y todas las demás doctrinas de índole filosófica, religiosa o mística reside en que jamás desaparece de nuestra vida cotidiana pero, a pesar de toda su aplicabilidad práctica y de toda su “concretez”, entraña algo que lo separa de la contaminación y  del ajetreo mundanos.
He aquí el punto de contacto entre el Zen y el tiro con arco o las demás artes, como esgrima, arreglos florales, ceremonia del té, danza y bellas artes.
El Zen es la “conciencia cotidiana”, según la expresión de Baso Matsu. Esa “conciencia cotidiana” no es otra cosa que “dormir cuando se tiene sueño; comer cuando se tiene hambre”.
Apenas reflexionamos, razonamos y formulamos conceptos, lo inconsciente primario se pierde, y surge un pensamiento. Ya no comemos cuando comemos; ya no dormimos cuando dormimos. Se disparó la flecha, pero no vuela en línea recta hacia el blanco, y éste no está donde debería hallarse.
El hombre es un ser pensante, pero sus grandes obras las realiza cuando no calcula ni piensa. Debemos reconquistar el “candor infantil” a través de largos años de ejercitación en el arte de olvidarnos de nosotros mismos. Logrado esto, el hombre piensa sin pensar. Piensa como la lluvia cae del cielo; piensa como las olas que se desplazan en el mar; piensa como las estrellas que iluminan el cielo nocturno, como la verde fronda que brota bajo el tibio viento primaveral. De hecho, él mismo es la lluvia, el mar, las estrellas, la fronda.
Una vez que el hombre haya alcanzado ese estado de evolución “espiritual”, será maestro Zen de la vida. No necesita, como el pintor, de lienzo, pinceles ni colores. No necesita, como el arquero, de arco, flechas ni blanco. Se sirve de sus miembros, de su cuerpo, cabeza y órganos. Su vida en el Zen se expresa por medio de todos esos “instrumentos” importantes como manifestaciones suyas. Sus manos y pies son los pinceles. Y todo el universo es el lienzo sobre el cual pintará su vida durante setenta, ochenta y hasta noventa años. El cuadro así pintado se llama “historia”.

*Introducción del libro “Zen en el arte del tiro con arco” de Eugen Herrigel (Bungaku Hakusi)

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