El ego es una imagen, una idea que tengo de mí mismo, una
abstracción de lo que he sido, que está representada por ciertos rasgos,
seleccionados de mi vida hasta este instante, pero nunca de lo que realmente
soy ahora mismo. Por lo tanto, el intento de mejorarme me ata al pasado, al
tiempo, y refuerza la separación entre el pensador y el pensamiento, ahondando
la ilusión de estar restringido.
Paradójicamente, puedo librarme tan sólo cuando rompo con el
pasado y me sitúo fuera del tiempo, o sea, cuando vivo plenamente en el
presente.
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