-No privemos de la libertad a un discreto por
quitársela a cien imprudentes.
-No quiero yo alas ni alones, ni andar entre ángeles sosos que tocan el arpa. Déjenme a mí de arpas y acordeones y de fulgores celestes. Venga mi vida mortal, y salud y amor, y todo lo que deseo.
-Nuestra imaginación es la que ve y no los ojos.
-Pero nada hay más repugnante que la justicia popular, la cual tiene sobre sí el anatema de no acertar nunca, pues toda ella se funda en lo que llamaba Cervantes el vano discurso del vulgo, siempre engañado.
-Sí, una cosa sé, y es que no sabemos más que fenómenos superficiales.
-Un hombre tonto no es capaz de hacer en ningún momento de su vida los disparates que hacen a veces las naciones, dirigidas por centenares de hombres de talento.
-Un tren que parte es la cosa del mundo más parecido a un libro que se acaba.
-Yo no tengo la culpa de que la vida se nutra de la virtud y el pecado, de lo hermoso y de lo feo.
-No quiero yo alas ni alones, ni andar entre ángeles sosos que tocan el arpa. Déjenme a mí de arpas y acordeones y de fulgores celestes. Venga mi vida mortal, y salud y amor, y todo lo que deseo.
-Nuestra imaginación es la que ve y no los ojos.
-Pero nada hay más repugnante que la justicia popular, la cual tiene sobre sí el anatema de no acertar nunca, pues toda ella se funda en lo que llamaba Cervantes el vano discurso del vulgo, siempre engañado.
-Sí, una cosa sé, y es que no sabemos más que fenómenos superficiales.
-Un hombre tonto no es capaz de hacer en ningún momento de su vida los disparates que hacen a veces las naciones, dirigidas por centenares de hombres de talento.
-Un tren que parte es la cosa del mundo más parecido a un libro que se acaba.
-Yo no tengo la culpa de que la vida se nutra de la virtud y el pecado, de lo hermoso y de lo feo.
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