Sacher-Masoch se acerca al Marqués de Sade y,
masoquísticamente, le ruega:
-¡Pégame, pégame! ¡Pégame fuerte,
que me gusta!
El Marqués de Sade levanta el puño, va a pegarle, pero se
contiene a tiempo y, con la boca y la mirada crueles, sadísticamente le dice:
-No.
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