Vendedor. ¡Almanaques,
almanaques, almanaques nuevos! ¡Calendarios nuevos! ¿Un almanaque, señor?
Transeúnte. ¿Son para el año
nuevo?
Vendedor. Sí, señor.
Transeúnte. ¿Crees que tendremos
un año nuevo feliz?
Vendedor. Sí, caballero, sí, por
supuesto.
Transeúnte. ¿Como el año que
acaba de pasar?
Vendedor. Más, más todavía.
Transeúnte. ¿Como el anterior?
Vendedor. Más todavía, caballero.
Transeúnte. ¿Como cuál, entonces?
¿No te gustaría que el año nuevo fuera como alguno de estos últimos años?
Vendedor. No, señor, eso no me
gustaría.
Transeúnte. ¿Cuántos años nuevos
pasaron desde que empezaste a vender almanaques?
Vendedor. Van a ser veinte años,
caballero.
Transeúnte. ¿A cuál de esos
veinte años te gustaría que se pareciera el año que viene?
Vendedor. ¿Cuál me gustaría a mí?
No, no sabría decirle.
Transeúnte. ¿No recuerdas alguno
en especial, que te haya parecido feliz?
Vendedor. La verdad no, caballero.
Transeúnte. Pero la vida es
bella, ¿no es cierto?
Vendedor. Eso ya se sabe.
Transeúnte. ¿No volverías a vivir
esos veinte años, e incluso todo el tiempo que pasó, desde que naciste?
Vendedor. ¡Ah, estimado señor,
ojalá se pudiera!
Transeúnte. ¿Pero si tuvieras que
volver a vivir la vida que ya viviste, exactamente igual, con todos sus
placeres y dolores?
Vendedor. No, no, eso no
quisiera.
Transeúnte. ¿Y qué otra vida
quisieras volver a vivir? ¿La vida que tengo yo, o la del príncipe, o la del
algún otro? ¿No crees que tanto yo como el príncipe o cualquier otro
responderíamos igual que tú, con esas mismas palabras, que si tuviéramos que
repetir lo ya vivido, no nos gustaría volver al pasado?
Vendedor. Bueno, sí, eso creo.
Transeúnte. Entonces, ¿no
volverías atrás, si la condición es ésta y no otra?
Vendedor. No, señor, en serio, no
volvería.
Transeúnte. ¿Qué vida quisieras,
entonces?
Vendedor. La vida que Dios me
diera, sin otras condiciones.
Transeúnte. ¿Una vida librada al
azar, sin saber nada de antemano, como no se sabe nada del año nuevo?
Vendedor. Sí, así es.
Transeúnte. Lo mismo quisiera yo
si pudiera vivir de nuevo, y creo que todos. Esto indica que el azar, en lo que
fue del año, trató mal a todo el mundo. Y se ve claramente que cada uno opina
que el mal fue mucho mayor y mucho más grave que el bien que le tocó en suerte.
Si la condición para recuperar la vida desde el comienzo incluyera todo lo malo
y lo bueno, a nadie le gustaría volver a nacer. La vida bella no es la que se
conoce, sino la que no se conoce. No es la vida pasada, sino la futura. Con el
año nuevo, el azar nos tratará bien a los dos, y a todos, y comenzará la vida
feliz. ¿No es cierto?
Vendedor. Espero que sí.
Transeúnte. Entonces, muéstrame
el almanaque más bonito que tengas.
Vendedor. Tome, caballero. Son
treinta centimos.
Transeúnte. Aquí los tienes.
Vendedor. Gracias, caballero,
hasta pronto. ¡Almanaques, almanaques nuevos! ¡Calendarios nuevos!
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