martes, 15 de agosto de 2017

Cuentos cortos - El valor de la honestidad (Cuento chino)

Se cuenta que allá por el año 250 A.C, en la China antigua, un príncipe de la región norte estaba a punto de ser coronado emperador, pero antes y de acuerdo con la ley, debía casarse.
Reflexionó sobre el asunto y decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una fiesta especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.
Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió tristeza porque sabía que su joven hija estaba profundamente enamorada del príncipe.
Al llegar a casa y contarle los hechos, quedó sorprendida cuando la joven le dijo que iría a la fiesta.
Sin poder creerlo le preguntó:
-¿Liang, hija mía, qué vas a hacer? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Quítate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se convierta en locura.
La hija le respondió:
-No, querida madre, no estoy sufriendo ni tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz.
Por la noche la joven llegó al palacio. Efectivamente, allí estaban las muchachas más bellas, con los vestidos más esplendorosos, con las más preciosas joyas y todas, con la misma determinación.
Al poco, el príncipe anunció el desafío:
-Daré a cada una de vosotras una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses, será escogida esposa y futura emperatriz de China.
Pasaron tres meses; Liang cuidaba la semilla con mucho esmero y ternura, pero a pesar de todo, nada había nacido todavía.
Por fin, pasaron los seis meses y aunque la joven lo había intentado todo, nada brotó.
Consciente de su fracaso, la muchacha le dijo a su madre que a pesar de los resultados, volvería al palacio sólo para estar cerca del príncipe por última vez.
En la fecha y hora acordadas Liang estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor a cada cual más bella, de las más variadas formas y colores.
Liang estaba admirada. Nunca había visto una escena tan hermosa. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucha atención.
Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquella joven con el vaso vacío sería su futura esposa. Todos los presentes se sorprendieron y murmuraron sobre tal decisión, sin entender porqué él príncipe había escogido precisamente a la única muchacha que no había conseguido cultivar nada.
Entonces, con calma, el príncipe explicó:
              -Ella fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles.

No hay comentarios: