Cuando el maestro espiritual y sus discípulos iniciaban su
meditación vespertina, el gato que vivía en el monasterio hacía tanto ruido que
les distraía.
Para remediarlo, el maestro ordenó que ataran al gato
durante la práctica.
Años después, cuando el maestro murió, el gato siguió atado
durante la sesión de meditación. Y cuando el animal finalmente murió, otro gato
fue traído al monasterio para ser atado.
Siglos después, los eruditos herederos del maestro
espiritual escribieron sesudos tratados sobre el significado de atar un gato
durante la sesión de meditación.
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