*Qué dulce, agradable e inocente visión es una mesa
frugalmente servida y que diferencia de una comida compuesta de carne de animal
humeante y muerta.
*El hombre de ninguna manera tiene la constitución de un ser
carnívoro. La cacería y voracidad no son naturales para el. El hombre no tiene
ni los dientes filosos y puntiagudos ni garras para descuartizar a su presa. Al
contrario sus manos están hechas para coger fruta, moras y vegetales, sus
dientes son apropiados para masticarlos.
*Todo lo que necesitamos para alimentarnos, para
restaurarnos y complacernos nos lo provee en abundancia la tienda inagotable de
la Naturaleza, mientras los rastros y carnicerías están llenos de sangre
congelada y un hedor abominable.
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