¿Cómo es posible que siendo unas criaturas tan pequeñas, y
viviendo en una mota de polvo, hayamos conseguido averiguar cómo enviar naves
que recorran las estrellas de la Vía Láctea?
Hace sólo un par de siglos (o unos pocos segundos en nuestro
tiempo cósmico), no sabíamos nada sobre dónde y en qué momento estábamos.
Ignorantes sobre el resto del cosmos, vivíamos en una especie de prisión, en un
diminuto universo limitado por una cáscara de nuez.
¿Cómo conseguimos
escapar de aquella cárcel? Fue gracias al trabajo de generaciones de
investigadores que siguieron 5 sencillas normas:
1.- Cuestionar la autoridad. Ninguna idea es cierta sólo
porque alguien lo diga, incluyéndome a mí. Pensar por uno mismo. Cuestionarse a
uno mismo.
2- No creer algo sólo porque queramos hacerlo. Creer en algo
no lo convierte en realidad.
3.-Demostrar las ideas con pruebas obtenidas a través de la
observación y la experimentación. Si una idea no pasa un experimento bien
diseñado, es errónea, aceptémoslo.
4.- Seguir las pruebas, allá donde nos lleven. En caso de no
tener pruebas, reservarnos los juicios.
Y quizás, la norma más importante de todas.
5.- Recordar que uno puede estar equivocado. Incluso
los mejores científicos se han equivocado en algunas cosas.
Newton, Einstein, y otros grandes científicos de la
historia, todos han cometido errores. Claro que sí, era humanos.
La ciencia es una
forma de evitar engañarnos a nosotros mismos, y a los demás.
Pero, ¿algún científico ha actuado mal? Por supuesto, hemos
utilizado la ciencia de forma incorrecta. Igual que cualquier otra herramienta
a nuestra disposición, y por eso, no podemos permitirnos dejarla en manos de
una minoría poderosa. Cuanto más nos pertenezca la ciencia a todos, menos
probabilidades habrá de que se le dé un uso incorrecto.
Estos valores
debilitan el atractivo del fanatismo y la ignorancia, y en resumidas cuentas,
el universo es, sobre todo, oscuro salpicado por pequeñas islas de luz.
Averiguar la edad de la Tierra, la distancia a las estrellas
o cómo evoluciona la vida, ¿qué diferencia hay? Bueno, parte de ello depende de
los grande que sea el universo en el que estamos dispuestos a vivir. A algunos
les gusta pequeño, y no pasa nada, es comprensible, pero a mí me gusta grande.
Y cuando asumo todo esto en mi corazón y en mi cabeza, me siento reconfortado.
Y cuando me siento así, quiero saber que es real, que no es sólo algo que esté
pasando en mi mente. Porque importa lo que sea cierto, y nuestra imaginación no
es nada comparada con la increíble realidad de la naturaleza.
Quiero saber qué hay en esos lugares oscuros y qué ocurrió
antes del Big Bang. Quiero saber qué hay más allá del horizonte cósmico y cómo
surgió la vida. ¿Hay otros lugares del Cosmos donde la materia y la energía
hayan cobrado vida y sean conscientes? Quiero conocer a mis antepasados, a
todos ellos. Quiero ser un eslabón bueno y fuerte en la cadena de las
generaciones, quiero proteger a mis hijos y a los niños del futuro.
Nosotros que representamos la vista, el oído, los
pensamientos y los sentimientos locales del Cosmos, hemos comenzado a conocer
la historia de nuestros orígenes, polvo de estrellas contemplando la evolución
de la materia, trazando ese largo camino, gracias al cual hemos tomado
consciencia. Nosotros y el resto de seres vivos de este planeta, llevamos un
legado de evolución cósmica que abarca miles de millones de años. Si nos
tomamos ese conocimiento en serio, si conocemos y amamos la naturaleza tal y
como es en realidad, seremos recordados como eslabones buenos y fuertes en la
cadena de la vida, y nuestros hijos continuarán esta sagrada búsqueda viendo
por nosotros, igual que nosotros hemos visto por aquellos que llegaron antes
que nosotros, y descubriendo maravillas con las que aún ni hemos soñado en el
Cosmos.
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