El sentido del yo parece ser el producto de la representación que se hace el cerebro de sus propios actos de representación; es viendo el mundo como se genera una imagen del que ve. Es importante comprender que esa sensación (ese sentido que cada uno de nosotros tiene de apropiación, que va más allá del meramente ser, es una esfera de experiencia) no es un rasgo necesario de la consciencia...
En términos subjetivos, la búsqueda del yo parece suponer una paradoja: al fin y al cabo, estamos mirando la misma cosa que mira. No obstante, miles de años de experiencia humana sugieren que esa paradoja es sólo aparente: no es que el componente de nuestra experiencia al que llamamos “yo” no pueda ser encontrado, es que, en realidad desaparece cuando se le busca de una forma rigurosa.
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