-Hoy en día impera una tremenda doble moral, que me parece bastante peligrosa: y es que no nos cuestionamos nuestras creencias religiosas del mismo modo que nos cuestionamos cualquier otro sistema de creencias. ¿Cuándo fue la última vez que se le pidió a alguien que «respetara» las creencias de otra persona sobre la física, la historia o la biología? Básicamente no respetamos las creencias de los demás, ¡lo que nos convence son los motivos que aportan para sus creencias!...Las pruebas.
Pero, en asuntos de fe, nos hemos convencido de que puede decirse cualquier cosa sobre la estructura del universo, sobre lo que pasa después de la muerte, o sobre las exigencias morales que impone sobre las personas una entidad invisible, Dios…
-En la mayoría de países, y casi siempre, se educa a los niños para que acepten las proposiciones religiosas sin cuestionárselas. Y sin embargo, ¡incluso los fundamentalistas religiosos son rigurosamente lógicos y quieren pruebas fehacientes en todos los demás ámbitos de sus vidas! ¡Si le dices a un fundamentalista cristiano, por ejemplo, que su mujer le engaña, querrá pruebas de ello! No querrá que le digas que lo has escuchado en un sueño…¡Querrá pruebas! Pero le dices que un libro fue escrito por el creador del universo, y que si llama a este creador por el nombre equivocado arderá para siempre en el infierno ¡lo acepta! Lo acepta con pocas pruebas o con pruebas muy, muy malas, o ninguna.
Tenemos que cuestionarnos este dogma de la fe, la idea de que las creencias pueden santificarse por algo que no sean pruebas y argumentos, algo que no aceptaríamos en ningún otro ámbito de nuestra vida, pero que aceptamos……¡en la religión! Y no queda confinado a la religión, sino que repercute también en la política social y los conflictos entre sociedades… y lo hace inevitablemente, ¡porque la gente que cree en ello realmente cree que estas representaciones del mundo son correctas!
-Valoramos la sinceridad, valoramos que la confianza de alguien se corresponda con las pruebas de las que dispone…a las personas que están totalmente seguras de cosas para las que no hay pruebas, en cualquier otro ámbito de su vida las discriminamos rápidamente, nadie les pide que formen parte de ninguna Junta Directiva, nadie les llama para pedirles consejo sobre asuntos importantes; esto pasa en medicina, pasa en el sector inmobiliario y en cualquier otro… pero con la religión, con la religión que impregna la política, nos regimos por criterios totalmente distintos.
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