Parece muy claro que los deseos no tienen fin. Y si disponemos del mínimo discernimiento nos daremos cuenta de que intentar satisfacer todos los deseos tampoco va a tener fin. Si eso está claro, lo que necesitamos para nosotros mismos es un poco de compasión, discernimiento, aceptación y energía. No vamos a ganar nada reprimiendo los deseos. Lo necesario no es actuar sobre ellos, sino entender qué son, entender su mecanismo no sólo de una forma seca o intelectual, sino con todo nuestro ser. Observar cuál es el proceso de los deseos, por qué surgen, de dónde surgen, cómo surgen.
Nisagardata decía que hay simplemente que observar sin pelear, y si podemos adoptar esta posición del testigo, siempre y en cada momento, observando lo que está ocurriendo, ya eso nos libera del efecto de los deseos. Comprenderíamos todos el mecanismo y no estaríamos engañados por el mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario