Había un viudo que vivía con sus dos hijas, curiosas e inteligentes. Las niñas
siempre hacían muchas preguntas. A algunas de ellas, él sabía responder, a
otras no.
Como pretendía ofrecerles la mejor educación, mandó a las niñas con un
sabio que vivía en una colina.
El sabio siempre respondía a todas las preguntas sin siquiera dudar.
Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que él no supiera responder.
Entonces, una de ellas apareció con una linda mariposa azul que usaría para engañar al sabio.
El sabio siempre respondía a todas las preguntas sin siquiera dudar.
Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que él no supiera responder.
Entonces, una de ellas apareció con una linda mariposa azul que usaría para engañar al sabio.
-¿Qué
vas hacer? preguntó la hermana.
-Voy
a esconder la mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o si
está muerta. Si él
dijese que está muerta,
abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva, la apretaré y la
aplastaré. Así cualquiera que sea su respuesta, será una respuesta equivocada.
Las dos niñas fueron entonces
al encuentro del sabio, que estaba meditando.
-Tengo
aquí una mariposa azul. Dígame sabio ¿la mariposa está viva o muerta?
Muy calmadamente, el sabio
sonrió y respondió: depende de ti...¡ella está en tus manos!
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