Había una vez un picapedrero que
estaba insatisfecho consigo mismo y con su posición en la vida.
Un día pasó delante de la casa de
un rico comerciante. A través de la entrada abierta, vio en ella ricas
pertenencias y visitas importantes.
-¡Cuán
poderoso debe ser el comerciante!, pensó el cortador de piedra. ¡Deseo que
pudiera ser
como él!
Para su gran sorpresa, se
convirtió repentinamente en el comerciante, gozando de más lujos y poder de lo que
siempre había imaginado, pero envidiado y detestado por aquellos menos ricos
que él.
Pronto un alto funcionario pasó
cerca, llevado en una silla de manos, acompañado por asistentes y escoltado por
soldados batiendo gongs. Todos, tenían que hacer una reverencia ante la
procesión.
-¡Cuán
poderoso es ese funcionario!, pensó. ¡Deseo que pudiera ser como él!
Entonces se convirtió en un alto
funcionario, llevado a todas partes en su bordada silla de manos, temido y
odiado por la gente de todo alrededor.
Era un día caluroso de verano, por
eso el funcionario se sentía muy incómodo en la pegajosa silla. Levantó la
mirada al sol. Brillaba orgulloso en el cielo, no afectado por su misma
presencia.
-¡Cuán
poderoso es el sol!, pensó. ¡Deseo que pudiera ser el sol!
Entonces se convirtió en el sol,
brillando ferozmente sobre todos, abrasando los campos, maldecido por los
granjeros y los trabajadores.
Pero una enorme nube negra se
interpuso entre él y la tierra, de modo que la luz del astro no pudo brillar
más sobre todo allá abajo.
-¡Cuán
poderosa es esa nube de tormenta!, pensó. ¡Deseo que pudiera ser una nube!
Entonces se convirtió en la nube,
inundando los campos y las aldeas, increpado por todos.
Pero pronto descubrió que estaba
siendo empujado lejos por cierta gran fuerza, y se dio cuenta de que era el
viento el causante.
-¡Cuán
poderoso es!, pensó. ¡Deseo que pudiera ser el viento!
Entonces se convirtió en el
viento, llevándose las tejas de los techos de las casas, arrancando árboles,
temido y odiado por todos debajo de él.
Pero después de un rato, se izó en
contra de algo que no movería, no importa lo fuertemente que soplara en contra
de ella, una enorme y altísima roca.
-¡Cuán
poderosa es esa roca!, pensó. ¡Deseo que pudiera ser una roca!
Entonces se convirtió en la roca,
más poderosa que nada en la tierra.
Pero mientras estaba parado allí,
oyó el sonido de un martillo golpeando con un cincel en la dura superficie, y
sintió que estaba siendo cambiado.
-¿Qué
podría ser más poderoso que yo, la roca?, pensó.
Bajó la mirada y fue grande su
sorpresa cuando vio a un picapedrero que tallaba la roca y empezaba a darle la
forma que quería en contra de su voluntad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario