A
muchos sorprenderá -tal vez escandalizará a algunos- que consideremos la
rebeldía como un deber...El joven debe ser indócil, duro, fuerte y tenaz...¿Y
cómo va a realizarse la gran obra de la forja de la personalidad sin lucha, sin
arbitrariedad, sin rebeldía?...
Yo
creo en la necesidad de las mentes conservadoras; pero a condición de que
exista un contrapeso de mentes rebeldes y avanzadas... Espíritu demoledor y
espíritu constructivo, espíritu progresivo y espíritu conservador: ambos son
necesarios para que el mundo progrese. Y, aparte de las razones directamente
políticas, hay esta oscura pero inviolable razón para inscribirse en uno u otro
bando: la razón de la edad, que impone la indocilidad al organismo que se está
formando, y la moderación al que ha alcanzado la madurez. El joven conservador
es siempre, por esta causa, un ser anacrónico, como lo es también, desde el
punto de vista biológico, el viejo rebelde. Con la diferencia de que el anacronismo
es un pecado en el joven, y, casi siempre, una virtud en el anciano.
*De “Ensayos liberales”
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