Siendo respetuosos y frugales
podemos disminuir nuestra violencia y neutralizar gran parte de sus efectos
perjudiciales. Hacer lo que hoy hacemos: devastar el planeta para satisfacer
nuestra demanda de energía y materias primas, que luego disipamos en el
mantenimiento de un nivel de vida voraz y un aparato militar monstruoso, es dar
rienda suelta a la violencia. La devastación ecológica se alza como el más fiel
reflejo de nuestra devastación espiritual. La satisfacción de las necesidades
genuinas y el disfrute de los placeres naturales no perjudiciales es algo
legítimo, y estos objetivos legítimos pueden lograrse en una sociedad que haya
evitado la violencia mediante la simplicidad y la frugalidad.
De:”Aportaciones del budismo
a una nueva sociedad”
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