-...en filosofía no hay conclusiones que puedan
ser formuladas de otra manera que exponiendo el proceso. El contenido es el
proceso.
-La primera enseñanza de la polis griega es que la peor ley escrita es mejor que el albedrío del más magnánimo de los señores. No es extraño que la aristocracia primitiva exigiese que las leyes le asegurasen su poder mediante «draconianas» disposiciones, y que, aun así, la aceptación de las leyes hubiese de serle arrancada. Sabía que la concesión que se veía obligada a hacer era cualitativamente impagable, que no podía haber contrapartida equivalente.
-Palabras como «Kant» o «Marx» (o, por supuesto, «Platón», etcétera) tienen significados culturalmente establecidos, y, digas lo que dijeres interpretando a uno u otro de esos autores, lo que digas lo habrás dicho «de» la entidad significada en esos significados culturales; incluso el aprendizaje o la enseñanza de «la historia de la filosofía» por parte de la gente que se dedica a «la filosofía» está cada vez más obligatoriamente orientado a adquirir y producir fluidez en el manejo de esos clichés culturales; las versiones «innovadoras» lo son por diversas adiciones, explicaciones, etcétera, pero son más conservadoras que cualesquiera otras en lo que se refiere al mantenimiento del cliché en sí mismo...
-Tanto la «intención» del autor como la impresión que el lector recibe son ambas igualmente «subjetivas» en el sentido de que no son vinculantes; más allá de ambas está lo que en la propia secuencia argumentativa del texto hay de vinculante.
-La primera enseñanza de la polis griega es que la peor ley escrita es mejor que el albedrío del más magnánimo de los señores. No es extraño que la aristocracia primitiva exigiese que las leyes le asegurasen su poder mediante «draconianas» disposiciones, y que, aun así, la aceptación de las leyes hubiese de serle arrancada. Sabía que la concesión que se veía obligada a hacer era cualitativamente impagable, que no podía haber contrapartida equivalente.
-Palabras como «Kant» o «Marx» (o, por supuesto, «Platón», etcétera) tienen significados culturalmente establecidos, y, digas lo que dijeres interpretando a uno u otro de esos autores, lo que digas lo habrás dicho «de» la entidad significada en esos significados culturales; incluso el aprendizaje o la enseñanza de «la historia de la filosofía» por parte de la gente que se dedica a «la filosofía» está cada vez más obligatoriamente orientado a adquirir y producir fluidez en el manejo de esos clichés culturales; las versiones «innovadoras» lo son por diversas adiciones, explicaciones, etcétera, pero son más conservadoras que cualesquiera otras en lo que se refiere al mantenimiento del cliché en sí mismo...
-Tanto la «intención» del autor como la impresión que el lector recibe son ambas igualmente «subjetivas» en el sentido de que no son vinculantes; más allá de ambas está lo que en la propia secuencia argumentativa del texto hay de vinculante.
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