-Acusar a los demás de nuestras desgracias es una prueba de
la ignorancia humana; acusarnos a nosotros mismos significa empezar a entender;
no acusar ni a los demás ni a nosotros mismos es la verdadera sabiduría.
-Acusar a otros por la propia desgracia es una señal de
falta de educación. Acusarse a sí mismo muestra que la educación de uno ha
comenzado. No acusar ni a uno mismo ni a otros demuestra que la educación de
uno está completa.
-Así como el Sol no espera que las oraciones y conjuros se
levanten, sino que resplandece y es bien recibido por todos: así que tú tampoco
esperes aplaudir y gritar y alabar para cumplir con tu deber; no, haz el bien
por tu propia voluntad, y serás amado como el Sol.
-Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien
escuchar.
-Controla tus pasiones para que no te venzan.
-Cualquier persona capaz de molestarte se convierte en tu
maestro; alguien puede molestarte solo cuando te permites ser molestado por él.
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