No podía ocultar su borrachera y,
entonces, uno de sus auxiliadores le dijo:
-Pero ¿es que no ha leído usted el célebre tratado de Naraín Gupta extendiéndose
sobre los efectos perjudiciales del alcohol?
Y el ebrio conductor, sin dejar de
hipar, tartamudeó:
-Yo, yo, yo soy
Naraín Gupta.
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