Estando en Bagdad, Nasrudín extravió su asno. Tras buscarlo
durante varias horas, el mulá se sentó a considerar su destino en un salón de
té del centro de la ciudad. Fue entonces cuando observó una muchedumbre reunida
al lado de la universidad. Se acercó a investigar, y descubrió a su burro
rodeado por un grupo de eruditos.
-Tu burro ha hecho estragos en
esta honorable sede del saber —aulló el decano—. Debes pagar una gran multa.
-Sin duda —replicó Nasrudín— seré
yo quien te la cobre a ti. Yo tenía un burro perfectamente bien educado.
¡Mírale ahora! Después de unas horas en este lugar, se ha transformado en un
delincuente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario