* La libre elección
de amos no suprime ni a los amos ni a los esclavos. Escoger libremente entre
una amplia variedad de bienes y servicios no significa libertad si estos bienes
y servicios sostienen controles sociales sobre una vida de esfuerzo y de temor,
esto es, si sostienen la alienación.
* El lenguaje
cerrado no demuestra ni explica: comunica decisiones, fallos, órdenes. Cuando
define, la definición se convierte en "separación de lo bueno y lo
malo"; establece lo que es correcto y lo equivocado sin permitir dudas, y
un valor como justificación de otro. Se mueve por medio de tautologías, pero
las tautologías son "frases" terriblemente efectivas. Expresan el
juicio de una "forma prejuzgada"; pronuncian condenas.
* La reactivación de
los deseos y actitudes prehistóricas y de la infancia no es necesariamente
regresión; puede ser lo contrario: proximidad a una felicidad que ha sido
siempre la promesa reprimida de un futuro mejor. En una de sus más avanzadas
formulaciones, Freud definió una vez la felicidad como la subsecuente
realización de un deseo prehistórico. Por eso la riqueza trae tan poca
felicidad: el dinero no era un deseo en la niñez.
* La organización
social de los instintos sexuales convierte en tabúes como perversiones
prácticamente todas sus manifestaciones que no sirven o preparan para la
función procreativa. Sin las más severas limitaciones, ellas contraatacarían a
la sublimación, de la que depende el crecimiento de la cultura.
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