Un día le preguntaron al Mulá Nasrudin cuál era el
significado del destino. En aquel momento llevaban a un condenado a la horca.
-Mirad aquel pobre hombre, respondió Nasrudin. Si el día que salió con tanta hambre de su casa y sin una
moneda en el bolsillo no se hubiera tropezado con el panadero que acababa de
sacar una bandeja de sus mejores bollos recién horneados.
Si su embriagador aroma no se hubiera apoderado de sus
sentidos hasta hacerle alargar la mano para coger un bollo.
Si el panadero no hubiera tenido un cuchillo en el bolsillo
de su mandil y hubiera tenido compasión del pobre hombre en lugar de lanzarse
sobre él blandiendo el arma.
Si el panadero hubiera sido más fuerte y diestro que el
pobre ladrón, para esquivar la estocada que este logró desviar.
Si la herida no hubiera pasado de un rasguño, en lugar de
acabar con su vida.
Ese hombre hoy no iría a dar con sus huesos al patíbulo.
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