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Pero, a fin de cuentas,¿quién puede decir lo que es mejor? No te reprimas por
nadie y, cuando la felicidad llame a tu puerta, aprovecha la ocasión y sé feliz.
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Cerrar los ojos... no va a cambiar nada. Nada va a desaparecer simplemente por
no ver lo que está pasando. De hecho, las cosas serán aún peor la próxima vez
que los abras. Sólo un cobarde cierra los ojos. Cerrar los ojos y taparse los
oidos no va a hacer que el tiempo se detenga.
-En
una caja de galletas hay muchas clases distintas de galletas. Algunas te gustan
y otras no. Al principio te comes las que te gustan y al final sólo quedan las
que no te gustan. Pues yo cuando lo estoy pasando mal, siempre pienso: Tengo
que acabar con esto cuanto antes y ya vendrán tiempos mejores. Porque la vida
es como una caja de galletas.
-El
odio es una sombra negra y alargada. En muchos casos, ni siquiera quien lo
siente sabe de dónde le viene. Es un arma de doble filo. Al mismo tiempo que
herimos al contrincante nos herimos a nosotros mismos. Cuanto más grave es la
herida que le infligimos, más grave es la nuestra. El odio es muy peligroso. Y,
una vez que ha arraigado en nuestro corazón, extirparlo es una tarea titánica.
-La
mayoría de corredores no corren porque quieran vivir más. Lo hacen porque
quieren vivir al máximo.
-Temes
a la imaginación. Y a los sueños más aún. Temes a la responsabilidad que puede
derivarse de ellos. Pero no puedes evitar dormir. Y si duermes, sueñas. Cuando
estás despierto, puedes refrenar, más o menos, la imaginación. Pero los sueños
no hay manera de controlarlos.
-Lo
que para una persona puede ser una distancia prudencial, para otra puede ser un
abismo.
-Cuando
uno se acostumbra a no conseguir nunca lo que desea, ¿Sabes qué pasa? Que acaba
por no saber incluso lo que quiere.
-Si
no quieres acabar en un manicomio, abre tu corazón y abandónate al curso
natural de la vida.
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