Durante una batalla, un general japonés decidió atacar aunque su
ejército era muy inferior en número. Él confiaba en ganar, pero sus hombres
estaban llenos de dudas. Camino a la batalla, se detuvieron en una capilla.
Después de rezar con sus hombres, el general sacó una moneda y dijo:
-Ahora tiraré esta moneda. Si sale cara,
ganaremos. Si sale cruz, perderemos. El destino se revelará.
Lanzó la moneda al aire y todos miraron atentos cómo aterrizaba.
Salió cara. Los soldados estaban tan contentos y confiados que atacaron
vigorosamente al enemigo y, a pesar de su inferioridad numérica, obtuvieron la
victoria.
Tras la batalla, un teniente dijo al general:
-Nadie puede cambiar el destino.
-Es verdad, contestó
el general mientras mostraba al teniente la moneda, que tenía cara en ambos
lados.
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