-De todas formas, no son las armas las que vencen los
ánimos, sino el amor y la generosidad.
-Disfrutar de los placeres en la justa medida en que sea
suficiente para proteger la salud.
-El alma humana es apta para percibir muchísimas cosas, y
tanto más apta cuanto de más maneras pueda estar dispuesto su cuerpo.
-El derecho natural de cada hombre no se determina, pues,
por la sana razón, sino por el deseo y el poder.
-El estado más violento será, pues, aquel en que se niega a
cada uno la libertad de decir y enseñar lo que piensa, y será, en cambio,
moderado aquel en que se concede a todos esa misma libertad”.
-El fin del estado no es convertir a los humanos de bestias
racionales a autómatas, sino lograr más bien que su alma y su cuerpo desempeñen
sus funciones con seguridad y que con ellos se sirvan de su razón libre y que
no se combatan con odios, iras o engaños, ni se ataquen con perversas intenciones.
El verdadero fin del estado es, pues, la libertad.
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